martes, 13 de julio de 2010



El movimiento conductista en Mexico

En marzo de 1967 se celebra en la ciudad de Jalapa, Veracruz, el Primer Congreso Mexicano de Psicología, organizado conjuntamente por la Sociedad Mexicana de Psicología (dirigida por Rogelio Díaz Guerrero) y un Comité Organizador presidido por Emilio Ribes, bajo los auspicios de la Universidad Veracruzana. Las Memorias de este congreso, publicadas en 1974 por la UNAM, muestran claramente que para esas fechas ya existía un grupo de psicólogos conductistas sólidamente establecido en la Universidad Veracruzana, entre los que se contaban el propio Ribes, Gustavo Fernández, Florente López, Víctor Alcaraz y Arturo Bouzas, quienes habrían de tener un papel destacado en las décadas siguientes.

Emilio Ribes, figura central del movimiento conductista desde entonces hasta fecha, planteó ante el congreso algunas de las tesis centrales del grupo con las siguientes palabras: "En mi caso particular, como en la mayor parte de los miembros que integramos el Departamento de Psicología de la Universidad Veracruzana, consideramos que la única postura científica dentro de la psicología moderna la constituye el enfoque metodológico derivado de la corriente estímulo-respuesta (...) ...es característico de la enseñanza de la psicología en nuestro país la desvinculación total que existe entre los conocimientos teóricos por un lado y los aspectos aplicados por el otro,...(esto) constituye una consecuencia directa del divorcio pronunciado que existe en los departamentos de psicología mexicanos, entre lo que se enseña a los estudiantes universitarios y los problemas reales con los que se supone se van a enfrentar posteriormente." (UNAM, 1974, p.300) El evento es un importante parteaguas en el desarrollo de la psicología mexicana, pues por un lado muestra la predominancia del enfoque encabezado por Díaz Guerrero y, por otro, marca el despegue de un nuevo movimiento en la psicología mexicana, el conductista, que va a extender pronto su influencia a la UNAM, a todo el país y a América Latina.

La revolución conductista puede explicarse como una reacción contra una psicología que no había sido capaz de dar respuesta a los enormes problemas sociales y educativos de México. Este segundo gran movimiento de la psicología mexicana no sólo ha pretendido crear una psicología científica y "propia", sino también una psicología socialmente aplicada. Probablemente esta pretensión explica el éxito del conductismo en el periodo que nos ocupa.

La primera etapa se limita a la Universidad Veracruzana, de 1965 a 1971. Ahí se establece por primera vez una carrera de psicología con currículum conductista y se funda el primer centro de educación especial para niños retardados (véanse Ribes y Peralta, 1972; Ribes, 1972; López, 1972 y 1974, y Rayek y Ribes, 1977), que servirá de modelo para muchos otros en las décadas subsiguientes. También en Jalapa se organiza en 1971 el Primer Simposio Internacional de Modificación de Conducta, que luego tiene lugar anualmente en diferentes ciudades latinoamericanas hasta 1982 (véase el Cuadro IV ). El llamado "Grupo Jalapa" se muda en 1971 a la UNAM donde, con otros colegas de orientación conductista ahí establecidos, inicia una serie de investigaciones teóricas, experimentales y aplicadas que abarcan prácticamente todos los campos de la psicología y convierten a esa universidad en centro de difusión de la psicología conductual para los países hispanohablantes.

Así, en 1972 se funda en la UNAM un laboratorio para análisis experimental de la conducta que se convierte en modelo para otros fundados en diferentes universidades.

En 1974 tiene lugar el Primer Congreso Mexicano de Análisis de la Conducta, evento que desde entonces hasta por lo menos 1989 se celebra sistemáticamente a intervalos más o menos regulares. En 1975 se inicia la publicación de la Revista Mexicana de Análisis de la Conducta, órgano del movimiento, que se sigue publicando más o menos regularmente hasta la fecha y tiene el mérito de ser actualmente la revista más antigua de psicología en México.

En 1976 se funda la Sociedad Mexicana de Análisis de la Conducta (SMAC), que toma en sus manos la organización de los congresos y la publicación de la revista mencionados. Mientras tanto, ocurren en la psicología mexicana cambios importantes en los que participan activamente los conductistas: -En 1971 se forma el Consejo Nacional para la Enseñanza e Investigación en Psicología (CNEIP), que hasta 1982 desempeña un papel central en el desarrollo de la psicología en México a través de la organización de congresos, simposios y reuniones académicas y de la publicación de la revista Enseñanza e Investigación en Psicología. Esta revista fue un importante foro de expresión de los psicólogos de todas las tendencias durante más de una década; aparentemente dejó de publicarse en 1987.

-En 1973 se fundan las primeras Facultades de Psicología del país, primero en la Universidad Veracruzana y luego en la UNAM.

-Ese mismo año, la profesión de psicólogo es oficialmente reconocida por el estado. Aunque desde entonces se hacen intentos por formar un Colegio Nacional de Psicólogos, esto se logra apenas en 1987.

-Dentro del proceso de expansión de los estudios de psicología, en 1975-1976 se abren las escuelas de psicología de la flamante Universidad Autónoma Metropolitana y la UNAM funda dos nuevas sedes universitarias destinadas a las ciencias de la salud, en donde también se forman psicólogos: la Escuela Nacional de Estudios Profesionales Plantel Iztacala (ENEP-Iztacala) y la ENEP-Zaragoza.

Los psicólogos conductistas aprovechan la ampliación de la UNAM para aplicar en la ENEP-Iztacala un currículum totalmente conductista orientado hacia la formación práctica en áreas consideradas prioritarias para la sociedad mexicana; esfuerzos semejantes no llegan a consolidarse en la ENEP-Zaragoza. Hacia 1976, el análisis experimental de la conducta y la modificación de conducta se convierten en la orientación que más influye en la formación de los psicólogos del país, pues predomina en al menos 30 instituciones de enseñanza.

El movimiento conductista es, en muchos aspectos, más radical que el otro gran movimiento de la psicología mexicana. Toda la psicología "tradicional" es rechazada sin compromisos para construir una "nueva" psicología. Una característica especial del movimiento conductista en México es el hecho de que la psicología tradicional no sólo se critica científicamente, sino sobre todo desde el punto de vista de su resonancia social. En la polémica, los conductistas hacen hincapié en el estancamiento de la psicología tradicional y en su incapacidad para dar respuesta a los problemas apremiantes de la sociedad mexicana. Los enfrentamientos con el psicoanálisis son especialmente duros; a éste se le acusa además de ser una disciplina idealista, sin base científica, cuya práctica clínica individualista está al servicio de los menos necesitados. También las escuelas cognoscitivas son criticadas por su metodología y sus explicaciones "mentalistas". Es evidente, entonces, que el conductismo de México es desde el principio un movimiento de psicología aplicada (aún cuando en todo momento concede gran importancia a la investigación experimental de laboratorio; véase Colotla y Ribes, 1981) y se considera a sí mismo socialmente comprometido.

Al mismo tiempo, los conductistas critican la formación tradicional de los psicólogos por ser anticuada, elitista, especulativa y caótica, por carecer de objetivos y sobre todo, por no tener relación alguna con los problemas ingentes de la población en México. Estas discusiones alcanzan su punto culminante en 1977, cuando se encomienda al CNEIP la tarea de elaborar nuevas líneas directivas para racionalizar y sistematizar la formación de los psicólogos (véase Mouret y Ribes, 1977).

Para los conductistas, la conducta es el objeto de estudio de la psicología. La tarea de ésta es el estudio objetivo de la conducta y su instrumento de investigación es la metodología operante. La investigación con animales se considera correcta para la comprensión del comportamiento del hombre, en el sentido de que los conceptos y las leyes encontradas en el laboratorio pueden extrapolarse a los seres humanos. La psicología aplicada es, entonces, la aplicación de los principios y los métodos de la psicología experimental en diferentes campos del comportamiento humano. La modificación de conducta es el lado aplicado de la psicología experimental; por esta razón, se organizan al mismo tiempo laboratorios de investigación y centros de modificación de conducta (clínicas psicológicas) mutuamente vinculados. Los psicólogos deben dominar los principios de la modificación de conducta para ser capaces de resolver problemas en diferentes campos: en la educación y el desarrollo infantil, en la educación especial, en el terreno social, en la solución de problemas clínicos, en la industria y el trabajo y en el campo de la salud en general. Esta lógica regula la enseñanza , la investigación y la práctica en los ámbitos dominados por los conductistas.

La definición de los campos de intervención práctica tiene por objeto ampliar el grado de eficacia social del trabajo de los psicólogos. Sin embargo, el trabajo que los conductistas realizan en la realidad se concentra en los problemas y los procedimientos de la educación de diferentes grupos: neonatos, niños de barrios pobres, niños retardados o impedidos, infantes y escolares con problemas de aprendizaje o de conducta, adolescentes, estudiantes, adultos de zonas marginadas, delincuentes, analfabetas, alcohólicos, drogadictos y comunidades marginadas en general 13.

La meta en esos casos es la aplicación masiva de los métodos de modificación de conducta para hacerlos efectivos en gran escala. Congruentes con su programa, los conductistas sostienen además que la formación de los psicólogos debe ser organizada en función de esos objetivos, a fin de formar profesionales capaces de aplicar los programas mencionados en todo el país y, si es posible, en otras naciones en desarrollo (véanse Ribes, 1975; Ribes, Fernández, Rueda, Talento y López, 1980; y Mouret y Ribes, 1977). La esencia de estas preocupaciones es atacar los problemas sociales de un país agobiado por el rezago educativo, las deficiencias en el sistema de salud, la existencia de grupos marginados por el desarrollo económico y el subdesarrollo en general. En la base del trabajo de los conductistas se encuentra una concepción de la psicología como una ciencia capaz de solucionar problemas de semejante envergadura de un modo puramente tecnológico, sin categorías sociales. La modificación de conducta es un instrumento tecnológico que aplican sin tomar en cuenta las raíces socioeconómicas, por ejemplo, de la problemática educativa del país; al mismo tiempo, es notoria una sobreestimación de las capacidades reales de la modificación de conducta.

Para los conductistas, crear en México una psicología "propia" significa, ante todo, desarrollar programas de modificación de conducta apropiados para las condiciones de México. Si bien en una primera etapa dominan las posiciones skinnerianas radicales y se hacen intentos por adoptar simplemente los procedimientos creados en Estados Unidos, hacia 1974, en el Primer Congreso Mexicano de Análisis de la Conducta, se plantean ya puntos de vista más diferenciados. Cuatro años más tarde parece haberse impuesto la intención de crear procedimientos específicos para las condiciones del país y cristaliza cada vez más la idea de diferenciarse del conductismo estadunidense (véase Ribes, 1978). La alternativa que surge en ese momento no es, sin embargo, la de una "psicología mexicana", sino la de una psicología destinada al Tercer Mundo, o al menos a Latinoamérica. Esta idea tuvo repercusiones importantes entre psicólogos de otros países latinoamericanos, muchos de los cuales colaboraron durante años con sus colegas mexicanos (véanse por ejemplo Speller, 1978; Brea y Correa, 1980; Ardila, 1980 y Roth, 1984), o entraron en contacto con los proyectos conductistas a través de los Simposios Internacionales de Modificación de Conducta realizados regularmente en diversas capitales latinoamericanas.

Las primeras publicaciones del movimiento dan cuenta de las preocupaciones anteriores: las ventajas de la modificación de conducta (Ribes y Peralta, 1972), su aplicación a la educación de niños (Speller y Millán, 1975 y Keller y Ribes, 1974), a pacientes psiquiátricos (Domínguez, 1970), a niños retardados (Ribes, 1972), al estudio del desarrollo infantil (Fernández, 1970) y de la conducta verbal (López y Ribes, 1967), a la educación de adultos (García, 1975) y a la industria (Hermann, Montes, Domínguez y Hopkins, 1973). Estos serán algunos de los temas centrales en las siguientes décadas.

A partir de 1975, con la publicación de la Revista Mexicana de Análisis de la Conducta, y de un buen número de libros (sobre todo las compilaciones de los trabajos presentados en sus congresos y simposios), el conductismo domina la escena de la psicología mexicana. Los conductistas publican trabajos acerca de todos los temas posibles: la educación de niños escolares y preescolares (Rueda y Taracena, 1978; Rayek y Nesselroad, 1978 y García y Rayek, 1978), la educación de adultos (Speller, 1978; Gómez Junco, 1974 y Sánchez Sosa, 1976), la educación de niños retardados (Galindo, Bernal, Hunojosa, Galguera, Taracena y Padilla, 1980) incluídos los sordos y paralíticos (Hinojosa y Galindo, 1984), los problemas de lectura y escritura (Backhoff, 1983) y las conductas asociales (Pineda, López Reséndiz, Torres y Romano, 1987), así como el tratamiento de diversos casos clínicos (Seligson y Polanco, 1979; Ayala, Chism, Cardenas, Rodríguez, Cervantes y Caballero, 1982; Vargas, Ibáñez y Colotla, 1987 y Pineda, Moreno y Fuentes, 1987), de la farmacodependencia (Ayala, Quiroga, Mata y Chism, 1981), de problemas sociales como la delincuencia (Domínguez, 1983), la ecología (Ribes, 1977), el desarrollo de comunidades rurales (Díaz Camacho, 1979) y la educación nutricional (Robles, Irigoyen y Vargas, 1987) y, por último, problemas de la industria y el trabajo (Jiménez, 1976 y Grados, Beutelspacher y Castro, 1980). Un caso interesante es la existencia de un experimento conductista de "diseño de culturas" al estilo de "Walden two" (Los Horcones, 1984). Hay también una abundante producción de trabajos sobre farmacología conductual (Colotla, 1983), medicina conductual (Alcaraz, 1985) y técnicas conductuales aplicadas a la psicofisiología (Harmony y Alcaraz, 1987; Colotla, Alcaraz y Schuster, 1980 y Alcaraz, 1979). Los temas de psicología experimental (sobre todo la investigación con animales) han recibido más atención que en otros enfoques (Heyman y Bouzas, 1980; Díaz, 1985; SMAC, 1979; López Rodríguez y Nieto, 1979). Por último, son importantes los libros sobre problemas teóricos y metodológicos, como el de Alcaraz (1980) sobre el lenguaje; el de Ribes (1982) sobre el conductismo como teoría y práctica y el de Ribes y López Valadez (1985), en el que se plantea una reformulación total de la teoría de la conducta. Colotla y Ribes (1981) han publicado un análisis del conductismo en América Latina.

Las aportaciones duraderas de este movimiento pueden resumirse de la manera siguiente:

1.- La investigación amplia y sistemática, a veces en campos nuevos en México, con métodos y técnicas modernos.

2.- La investigación y el desarrollo sistemáticos de procedimientos aplicados para la educación, la psicología clínica, la psicología social y la psicología del trabajo.

3.- La fundación de numerosos centros de investigación, de psicología aplicada y de formación profesional en México y en otros países de América Latina.

4.- La organización regular de congresos, simposios y reuniones científicas a nivel nacional e internacional. 5.- La publicación regular de libros y revistas.

6.- La formación de varias generaciones de psicólogos y científicos de México y Latinoamérica.

7.- El análisis polémico del papel social de la psicología y de los psicólogos en las sociedades subdesarrolladas.

En pocas palabras, el movimiento conductista moderniza a la psicología mexicana y le da un sitio distintivo en el mundo de lengua castellana. Mientras que esfuerzos semejantes en el pasado fueron obra de personas aisladas, este movimiento logra dar a la psicología un estatus moderno, aceptado y reconocido en la sociedad.

A pesar de sus logros, la fuerza del movimiento conductista parece haber disminuido a finales de los ochentas. El apasionamiento ingenuo de los conductistas por la modificación de conducta en los primeros tiempos inició un evidente proceso de diferenciación desde finales de los setentas. Las limitaciones existentes en la concepción teórica del conductismo son reconocidas en diferentes grados por algunos autores, que admiten los límites que fija la realidad social al trabajo psicológico. Otros han expresado claramente su desilusión ante las limitaciones del modelo conductista (Molina, 1980; Alvarez y Molina, 1981; Millán, 1982; Lozano Mascarúa, 1985 y Rueda, 1986), aunque algunos reconocen sus aportaciones (Páez, 1981). En pocas palabras, el conductismo no parece haber llenado las expectativas de los psicólogos mexicanos, muchos de los cuales exploran otras alternativas para la creación de una psicología científica y socialmente comprometida en otras escuelas psicológicas, ya viejas o recientemente conocidas.En el ICEST Matamoros venimos trabajando desde 1996 como parte del programa de licenciatura en Psicologia

1 comentario:

  1. Hola somos estudiantes de la facultad de psicología de la Univ.Autonoma de Querétaro, y estamos realizando una investigación sobre el conductismo en México, ¿sería posible nos facilitara material bibliográfico para nuestro trabajo? el blog nos parece muy interesante, sin embargo las citas de autores con las que cuenta, desafortunadamente, no son parte de la bibliografía de nuestra universidad,le dejo un correo para, de ser posible, tener comunicación. titutisyboli@gmail.com , gracias.

    ResponderEliminar